viernes, 27 de agosto de 2010

Características del Líder desde el Análisis Transaccional

 



En el Análisis Transaccional (AT), el liderazgo se visualiza como una relación entre dos o más personas en la que una persona (el líder) influye en el comportamiento de la otra (el seguidor) para lograr un objetivo común.

Desde el punto de vista del AT, un líder efectivo es aquel que:

  1. Tiene un fuerte Yo Adulto: El Yo Adulto es el estado del yo que es racional, realista y capaz de tomar decisiones responsables. Un líder con un Yo Adulto fuerte es capaz de pensar con claridad, tomar decisiones acertadas y resolver problemas de manera efectiva.
  2. Es capaz de establecer relaciones sanas con los demás: Un líder efectivo es capaz de comunicarse de manera clara y efectiva, de escuchar a los demás y de crear un ambiente de confianza y respeto.
  3. Es capaz de motivar e inspirar a los demás: Un líder efectivo es capaz de entusiasmar a los demás con la visión del futuro y de ayudarlos a alcanzar su máximo potencial.
  4. Es capaz de manejar el conflicto de manera efectiva: Un líder efectivo es capaz de identificar las causas del conflicto, de encontrar soluciones creativas y de mantener la calma bajo presión.
  5. Es capaz de tomar decisiones difíciles: Un líder efectivo es capaz de tomar decisiones difíciles, incluso cuando no son populares, y de asumir la responsabilidad de sus decisiones.

En el AT, se identifican tres tipos principales de liderazgo:

  1. Liderazgo paternalista: Este tipo de liderazgo se basa en la relación Padre-Niño. El líder es visto como una figura autoritaria que toma decisiones y da instrucciones. Este tipo de liderazgo puede ser efectivo en situaciones donde se necesita una acción rápida y decisiva, pero puede ser menos efectivo en situaciones donde se requiere la participación y la colaboración de los demás.
  2. Liderazgo democrático: Este tipo de liderazgo se basa en la relación Adulto-Adulto. El líder consulta con los demás antes de tomar decisiones y delega responsabilidades. Este tipo de liderazgo puede ser efectivo en situaciones donde se requiere la participación y la colaboración de los demás, pero puede ser menos efectivo en situaciones donde se necesita una acción rápida y decisiva.
  3. Liderazgo laissez-faire: Este tipo de liderazgo se basa en la relación Niño-Niño. El líder da poca o ninguna dirección y permite que los demás tomen sus propias decisiones. Este tipo de liderazgo puede ser efectivo en situaciones donde los demás son altamente motivados y autosuficientes, pero puede ser menos efectivo en situaciones donde se requiere la dirección y el liderazgo del líder.

El tipo de liderazgo más efectivo dependerá de la situación específica. Un líder efectivo es capaz de adaptar su estilo de liderazgo a las necesidades de la situación y de los seguidores.

El Análisis Transaccional es una herramienta valiosa para comprender el liderazgo. Al entender los diferentes estados del yo y las relaciones transaccionales, los líderes pueden mejorar sus habilidades de liderazgo y crear un entorno más efectivo para el logro de los objetivos.

Del viejo modelo al liderazgo transaccional

El viejo modelo de liderazgo situaba al líder en el centro del grupo de trabajo. Esto significa que el líder podía controlar la mayor parte de las comunicaciones entre los miembros del equipo. En ciertas circunstancias, este modelo funcionaba bien, pero se basaba en varios supuestos claves. Si los supuestos eran erróneos, el modelo de liderazgo era menos efectivo (Holpp; 2003).

El antiguo modelo de liderazgo que situaba al líder en el centro del grupo de trabajo:

1. El líder poseía cierta información empresarial crítica y era la única fuente de información. Esta creencia se basa en una actitud del Padre crítico negativo, que limita la creatividad y no da oportunidades de crecimiento.

2. Los miembros del grupo habían planeado al detalle el trabajo y no necesitaban comunicarse con nadie.

3. El líder tenía tiempo para ser el conducto a través del cual realizar todas las comunicaciones necesarias entre los miembros del grupo. Estaba allí para escuchar y transmitir información. Aquí la actitud es la de un Padre, que guía, y la de un Adulto que da información veraz para la toma de decisiones en función de una base informacional sólida.

4. El líder era el único responsable del proceso, así que tenía que controlar todos los aspectos del mismo. Este supuesto se sustenta en el comportamiento de un Padre controlador.

5. El líder estaba físicamente presente todo el tiempo: puesto que era el centro del grupo y controlaba toda la interacción, debía estar allí en caso de que surgiera algún problema. Aquí la actitud es la de un Padre crítico negativo, quien no da permisos y pretende controlarlo todo.

En la actualidad, esos supuestos han perdido validez, ya que la mayoría de ellos se basan en preceptos del estado del Yo del Padre como única guía y fuente de conocimiento, mientras que la creatividad inherente al Niño queda oculta y la capacidad racional y bien informada del Adulto para generalizar la información se encuentra reprimida.

En el nuevo entorno laboral, abundan los líderes tradicionales: gerentes y supervisores. Sin embargo, estos líderes ya no disponen del tiempo necesario para gestionar cada aspecto del trabajo ni se espera que supervisen todas las comunicaciones entre los miembros del equipo. Lo más importante es que se espera que los empleados asuman la responsabilidad, la cual debe estar respaldada por un cierto nivel de autoridad. A su vez, esta autoridad debe ir de la mano con el liderazgo. Cuando todos los miembros del equipo actúan como líderes, ya no hay lugar para el liderazgo tradicional. El nuevo líder debe desempeñarse más como un miembro del equipo cuyo rol especializado añade valor al equipo, lo que implica otorgar mayor participación al Niño libre, creativo y motivador, al Adulto planificador y responsable, y al Padre Nutritivo (+) orientador y respetuoso.

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